"Fetrapes" fiscalía nacional económica no resuelve colusión en licitaciones pesquera, efecto ley longueira

inicios de la crisis economica

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Nuestro símbolo

Por Andrés Benítez

Las crisis económicas no tienen fecha de inicio. Sin embargo, hay eventos que las marcan. La recesión a comienzos de los años ochenta, por ejemplo, se identifica con la caída de la CRAV. Por supuesto, la crisis ya estaba, pero la quiebra de la compañía azucarera se convirtió en un hito que nadie olvidó. En Estados Unidos, esta crisis tiene un inicio simbólico claro: Lehman Brothers. No era el banco de inversiones más importante ni el más grande. Pero su bancarrota fue un punto de inflexión en la percepción que tenían los norteamericanos acerca de la gravedad de la crisis.

Chile tiene también hoy su propio símbolo: la Gran Torre Costanera. Llamada a ser la más alta de Sudamérica, el símbolo de la economía pre-crisis, sólo alcanzó a tener 23 pisos, al momento de anunciarse el término de las faenas Así las cosas, el proyecto Costanera Center pasará a convertirse en una especie de monumento a una crisis cuyas dimensiones todavía son desconocidas.

Un grupo de editores de diarios españoles que visitaron Chile la semana pasada se extrañaban del optimismo que reina en Chile frente a la situación económica. Advertían que uno de los grandes problemas de España, hoy sumida en una profunda recesión, fue que nunca reconoció la dimensión del problema económico, hasta que ya era tarde. Y preguntaban si ése podía ser el caso de Chile.

No cabe duda que el caso de Chile es extraño. Día a día recibimos noticias acerca de cómo se deteriora la situación económica, pero la idea de que estamos viviendo una crisis no logra penetrar del todo. Para muchos esto sigue siendo una desaceleración. Todo esto mientras las cifras nos hablan de una crisis mayor. Ventas de automóviles cayendo a la mitad, liquidaciones nocturnas de departamentos, despidos masivos en la minería, grandes empresas con pérdidas, un desempleo que ya casi llega a los dos dígitos. La lista es larga, y toda ella nos habla de que lo que estamos viviendo es más que una simple desaceleración.

En esto, el discurso público ayuda poco. Hay quienes opinan que las autoridades deben mantenerse optimistas, no crear pánico, porque ello sólo conduce a agravar las cosas. El problema es que cuando la situación es grave, lo mejor que puede hacer un gobierno es hacer un diagnóstico realista. Olvidarse del cuento de que Chile está blindado y aceptar que la situación mundial, que todavía no toca fondo, nos está golpeando con una fuerza inusitada.

Por ello, es interesante pensar en el jueves 29 de enero como el comienzo de la crisis. La paralización del megaproyecto Costanera Center puede ser de gran ayuda para Chile. Primero porque no estamos hablando de una quiebra. Estamos frente a una empresa que reconoce a tiempo los problemas que está enfrentando. En este sentido, Cencosud sale fortalecido con su decisión.
Reconocer la crisis es importante, ya que partir de un diagnóstico adecuado puede atenuar las consecuencias de ella. Por el contrario, no reconocerla lleva a decisiones equivocadas, lo que se traduce en aumentar el daño potencial sobre la economía, como de hecho sucedió durante el gobierno de Frei en la Crisis Asiática.

Chile no está preparado para evitar la crisis, pero tiene una posición que le permite, si se hacen bien las cosas, impedir que ella se convierta en algo peor. Tenemos un Estado capitalizado, pero el uso de los recursos debe ser el adecuado. Primero porque dada la dimensión de la crisis, los excedentes acumulados del cobre no son suficientes. Veremos en el transcurso de los meses cómo los planes de reactivación del gobierno serán insuficientes y entonces hay que usar las platas pensando en una crisis mayor, haciendo opciones adecuadas, y considerando medidas mucho más audaces que las hasta ahora planteadas.

Un segundo activo de Chile es tener un sistema financiero sano. Pero, ojo, sano no es sinónimo de blindado. Por ello hay que cuidarlo. Y para eso no hay que presionarlo a otorgar más crédito, como quiere el ministro Velasco, sino, por el contrario, pedirle que sea más cauto que nunca. Porque peor que no tener proyectos, es financiar proyectos malos.

Hay que dejar también que las empresas ajusten sus dotaciones de trabajadores. Es un proceso doloroso pero fundamental, porque si no nos quedaremos sin empresas. En éste, sería interesante que el gobierno promueva una mayor flexibilidad laboral, aunque sea transitoria, para que trabajadores y empresarios logren acuerdos mutuos para ambos.

Todo esto nos habla de la necesidad de aceptar la crisis, porque es la única manera de aminorar sus efectos. Y en esto debemos agradecerle a Horst Paulmann. Porque cada vez que veamos su abandonado proyecto, recordaremos que estamos en crisis. Y actuaremos en consecuencia.

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