"Fetrapes" fiscalía nacional económica no resuelve colusión en licitaciones pesquera, efecto ley longueira

La codicia siempre estará presente

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Para Gordon Gekko pocas cosas cambiarán el mundo de los negocios post crisis. "La esencia siempre será la misma: crear riqueza. Y para ello se requieren ejecutivos que arriesguen, que tengan mucha ambición, que estén dispuestos a fracasar en la aventura. Los que naveguen por aguas tranquilas nunca serán un aporte al sistema".
Por Andrés Benítez


Las preguntas son siempre las mismas: ¿aprendemos algo de las crisis? ¿Viviremos en un mundo distinto? ¿Se acabará la especulación y la codicia? Éste no es precisamente un tema que apasione a Gordon Gekko. El hombre, que ha estado en el huracán de varias crisis, ya no tiene paciencia para lo que denomina el efecto puritano que éstas provocan.
-Cada vez que hay una crisis viene el mismo discurso moralista. Que ahora todo cambiará. Los ejecutivos y empresarios renacerán, convirtiéndose en verdaderos apóstoles y viviremos en un mundo feliz…
-Gekko, algo tenemos que aprender. No podemos seguir así.
-¿Así cómo?
-Bueno cometiendo los mismos errores siempre.
-Viejo, es la esencia de la vida. Para avanzar hay que arriesgar.
-Pero uno debiera corregir los errores.
-Por supuesto, pero eso no significa que el sistema sea infalible. Mi punto es que el mercado funciona con altos niveles de incertidumbre y eso nunca va a cambiar. Y aceptamos esa inseguridad porque sabemos que es el mejor sistema que existe para crear riqueza.
-Como sea, hoy vemos cómo está cambiando la forma de hacer negocios. Han parado el escándalo de los bonos, incluso, el propio Obama criticó la compra de un avión por parte de Citigroup.
-Nada más patético. Yo pienso que mientras el presidente de los Estados Unidos se dedique a comentarista financiero, el mundo está en peligro.
-¿En peligro?
-Viejo, basta leer el diario para darse cuenta que hay bastantes problemas más urgentes e importantes que requieren la atención de Obama que andar preocupado de un avión.
-Bueno es un símbolo de los nuevos tiempos. Igual que la medida de fijar en 500 mil dólares el sueldo anual de los ejecutivos de las empresas rescatadas.
-Otra payasada. Mira, si lo que se busca es recuperar las empresas y la plata que se metió en ellas, entonces hay que tener a los mejores ejecutivos disponibles. Pues bien, ninguno de ellos va a trabajar por 500 mil dólares al año. Entonces, los más capacitados se van a ir a sectores menos regulados y la banca quedará en manos de mediocres. Y ahí verán lo que es una crisis.
-Con ese currículum, no sé a qué empresas se van a ir esas personas. Parece obvio que el mundo de los negocios buscará un nuevo tipo de ejecutivo, menos ambicioso, más consciente de los riesgos.
-Al contrario. El escenario post crisis es muy parecido al de la posguerra. Es un escenario muy complejo porque las empresas tienen que salir rápido a reconquistar el terreno perdido, y de paso, a capturar nuevos territorios que fueron abandonados por competidores que hoy no están. Los accionistas, por su parte, van a querer recuperar lo perdido y rápido. En ese escenario, nadie está para discursos moralistas, para tipos que marcan el paso o que juegan a ser buenos. Por el contrario, se requieren tipos duros, verdaderos mercenarios dispuestos a salir a pelear por un mercado mundial que se reparte nuevamente entre los actores que sobrevivieron.
-O sea, debemos conformarnos con un mundo dominado por la codicia, por la ambición sin límites…
-Bueno, no veo cuál es el problema. Es la misma ambición que llevó al hombre a la Luna, que permitió descubrir la penicilina o que hizo que se descifrara el genoma humano. Detrás de todas estas hazañas hay personas con una ambición sin límites. Y a ellos los llamamos héroes. Sin embargo, cuando ese mismo concepto es aplicado al mercado, entonces lo llamamos codicia y quienes están detrás son villanos. Es un doble estándar que no tiene sentido.
-Bueno, es un poco distinto. Estás comparando el mundo de los negocios con grandes avances científicos, algunos de los cuales incluso han salvado vidas humanas.
-Es lo mismo. Las personas que están detrás del milagro económico de China o India son héroes. Son los que han permitido que miles de millones de personas mejoren su nivel de vida, salgan de la pobreza en la que estaban sumidos desde siempre.
-Pero Gekko, con estas crisis mucha gente queda mal, se pierde mucho dinero.
-Y detrás de un científico no hay miles de experimentos fallidos. Ahí también se pierden cientos de millones de dólares, pero nadie reclama. ¿Dejaremos de estudiar el cáncer porque hemos fallado hasta ahora? Por supuesto que no. Porque sabemos que es el costo natural del avance científico. Pues bien, las crisis son el costo fundamental del desarrollo. ¿Dejaremos por ellas de seguir intentando ser ricos como sociedad? Por supuesto que no. Si hubiéramos actuado así, seguiríamos en las cavernas.
-Cuando un científico falla, corrige el rumbo de la investigación. Y tú me dices que cuando el mercado falla, nada cambia.
-Cambian muchas cosas, pero la esencia no cambia: la idea de que la única manera de conseguir las cosas es teniendo una ambición sin límite nunca cambiará porque está en nuestra naturaleza. Todos queremos mejorar, hacer historia, llegar hasta donde nunca nadie ha llegado. Por ello, mientras existan hombres que sueñen con mejorar, la codicia siempre estará presente.

El día que comenzó la crisis

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Lo que partió en agosto de 2007 como un problema del sector inmobiliario en EE.UU. adquirió dimensiones globales. A fines de enero, la crisis golpeó a nuestra puerta: el megaproyecto Costanera Center, tras su paralización, se convirtió en el símbolo de la magnitud de la depresión. Pero en forma paralela y subterránea, ya había indicios de que los tiempos malos habían llegado al país. Éstos son los hitos de cómo finalmente la recesión llegó a Chile.

Por Fernando Vega



Bachelet cambia de tono

Mientras en enero de 2008 la presidenta Michelle Bachelet decía que la crisis económica "probablemente nos va a golpear", su discurso mutó paulatinamente hasta advertir hace unas semanas que "el vendaval viene, y nuestro país va a sufrir".

En julio pasado, cuando el gran problema de Chile parecía ser el alza de los alimentos y la bencina, la mandataria descartaba frontalmente la existencia de una crisis económica en el país: "Quiero ser categórica: la economía no está en crisis", dijo. Pero en Estados Unidos el huracán ya se había desatado. Varios bancos quebraban o eran intervenidos por el gobierno de ese país. En agosto, el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, afirmó que se necesitaba de un plan para mitigar la hecatombe de los mercados financieros. Señaló que la crisis ya era mundial y que podría afectar a países de gran crecimiento, como China e India.

El 14 de septiembre quebró Lehman Brothers, uno de los principales bancos de inversión de Wall Street, generando una onda expansiva que ha afectado a los mercados de todo el mundo. Se paralizó el crédito y la sombra de la recesión comenzó a planear por todas las economías. Tanto, que los seis principales bancos centrales del mundo anunciaron la adopción de "medidas coordinadas" para hacer frente a la falta de liquidez en los mercados financieros. A fines de ese mes, la presidenta chilena realizó su recordada intervención en la ONU donde dijo que "la codicia e irresponsabilidad de unos pocos, unidas a la desidia política de otros tantos, han arrastrado al mundo a una situación de gran incertidumbre".

Para entonces, en Chile la crisis se cebaba con los fondos de pensiones. Los afiliados a las AFP eran los primeros en sentir los efectos de los meses negros de las bolsas y ya en noviembre el gobierno decidía asumir la crisis financiera como problema de Estado.

En diciembre, se anunció un plan fiscal por US$ 4 mil millones para reactivar la economía y proteger el empleo. Y el pasado 5 de enero, Bachelet dijo que dedicará los 15 meses de gobierno que le quedan para enfrentar la crisis.

El desempleo comienza a crecer

El desempleo es tal vez la mejor manera de calibrar la profundidad de una crisis. Los datos de la Universidad de Chile mostraron que en diciembre de 2008 éste alcanzó a un 9,7% en el Gran Santiago y que el cambio de ciclo en el mercado laboral se había acelerado.

La economía chilena estaba destruyendo empleo y la población lo estaba percibiendo. Una Encuesta de Percepción del Desempleo del Instituto Libertad y Desarrollo mostró que la gente tenía más miedo que antes a la cesantía. Algo que no ocurría desde 1999, cuando ésta alcanzó al 11,9 %.

Según los economistas, es muy probable que este año la desocupación país llegue aproximadamente al 11%, manteniéndose en ese nivel a lo menos durante el segundo y tercer trimestres.

Por si fuera poco, el Instituto Nacional de Estadísticas informó que en el trimestre octubre-diciembre la tasa de desempleo se mantuvo en 7,5%, y que se destruyeron puestos de trabajo en el sector construcción y minería

Tras admitir que los datos son objetivamente malos, el gobierno anunció medidas para superar el deterioro del mercado laboral, como el aumento en 100 mil de los empleos de emergencia. Según los expertos, sin ello la tasa de parados se acercaría fácilmente a 12%.

Esta semana el ministro de Hacienda, Andrés Velasco, afirmó que la misión del gobierno este año es defender el trabajo. "No va a ser una labor fácil", dijo, mostrando su preocupación por las pérdidas de puestos de empleo en los últimos meses.

Se resienten las utilidades de las empresas

El inicio de la publicación de los resultados de las empresas chilenas ha revelado que la crisis impacta a todos. Las ganancias de algunas compañías nacionales comenzaron a mostrar un ajuste a la baja y el consenso del mercado para las firmas que cotizan en Bolsa es de una caída de más de 10% para este año.

La reducción del 55% que sólo en diciembre de 2008 mostraron los beneficios de la banca anticipa un año por debajo de la media de la última década, en que las sociedades anónimas chilenas mejoraron sus ganancias a velocidad de crucero.

La entrada en un escenario de escasa liquidez y menor facilidad para conseguir financiamiento está provocando un incremento en la morosidad, aumento del pasivo y menor crecimiento de los ingresos, lo que generará el recorte de las ganancias sobre todo en la banca, construcción, retail y productores de materias primas, dicen los analistas bursátiles. Hasta la fecha, el sector energía logra sustraerse de la baja.

Sin embargo, los efectos de la agudización de la crisis serán más notorios en los resultados de 2009 que en los de 2008 que aún no recogen del todo el impacto del deterioro económico. Así y todo, esta semana Citigroup proyectó una caída de 23% en que las ganancias de las compañías latinoamericanas para el cuarto trimestre.

Recesión técnica

La economía chilena ya está en la definición de recesión que hacen los países desarrollado: dos trimestres seguidos de caída del PIB. Del estancamiento se pasó rápidamente al deterioro y hay sectores, como la construcción e inmobiliario o el salmonero, en los que ya se puede hablar abiertamente de depresión, dicen en los bancos.

Esta semana diversos economistas y bancos de inversión nacionales y extranjeros coincidieron en que el país tendrá sus dos primeros trimestres con crecimiento negativo: la baja de 3,5% ó 4% en el último trimestre de 2008 y una caída similar que se espera para los tres primeros meses de 2009.

La semana pasada, datos del gobierno mostraron fuertes contracciones en la producción industrial, minera y en las ventas de supermercados en diciembre.

El banco de inversiones estadounidense JP Morgan prevé un crecimiento de 0% para el PIB chileno en 2009, el menor en diez años y lejos de la estimación oficial que lo sitúa entre 1% y 2%. Según Goldman Sachs, la expansión económica de América Latina sería de 1% el 2009 luego de que comenzara a producirse un retroceso que consideró peor al experimentado en 1982, cuando la región sufrió la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial.

Paulo Leme, director de la división latinoamericana de Goldman Sachs, afirmó que en algunos países como Brasil, México, Colombia y Chile la situación de los niveles de actividad económica, producción industrial y ventas al por menor ya es de "colapso".

Las advertencias del FMI

Las grandes instituciones internacionales alertaron en el Foro Económico Mundial de Davos, la semana pasada, que lo peor de la crisis no ha pasado, pese a los recortes de tasas de interés y los paquetes de ayuda fiscal en todo el orbe. "La desaceleración es seria y hace falta una respuesta seria", aseguró el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Khans.

Además, el primer subdirector gerente de la entidad, John Lipsky, consideró que la economía global crecerá un 0,5% en 2009, el comportamiento más bajo desde la Segunda Guerra Mundial, y recordó que las economías desarrolladas ya están en recesión. Auguró, además, que la magnitud de la desaceleración en las economías emergentes podría ser la misma que en las economías avanzadas.

En su estimación de noviembre, el FMI había proyectado que la economía mundial crecería un 2,2% en 2009, pero los abruptos cambios en las condiciones económicas globales llevaron a modificar todas las estimaciones.

inicios de la crisis economica

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Nuestro símbolo

Por Andrés Benítez

Las crisis económicas no tienen fecha de inicio. Sin embargo, hay eventos que las marcan. La recesión a comienzos de los años ochenta, por ejemplo, se identifica con la caída de la CRAV. Por supuesto, la crisis ya estaba, pero la quiebra de la compañía azucarera se convirtió en un hito que nadie olvidó. En Estados Unidos, esta crisis tiene un inicio simbólico claro: Lehman Brothers. No era el banco de inversiones más importante ni el más grande. Pero su bancarrota fue un punto de inflexión en la percepción que tenían los norteamericanos acerca de la gravedad de la crisis.

Chile tiene también hoy su propio símbolo: la Gran Torre Costanera. Llamada a ser la más alta de Sudamérica, el símbolo de la economía pre-crisis, sólo alcanzó a tener 23 pisos, al momento de anunciarse el término de las faenas Así las cosas, el proyecto Costanera Center pasará a convertirse en una especie de monumento a una crisis cuyas dimensiones todavía son desconocidas.

Un grupo de editores de diarios españoles que visitaron Chile la semana pasada se extrañaban del optimismo que reina en Chile frente a la situación económica. Advertían que uno de los grandes problemas de España, hoy sumida en una profunda recesión, fue que nunca reconoció la dimensión del problema económico, hasta que ya era tarde. Y preguntaban si ése podía ser el caso de Chile.

No cabe duda que el caso de Chile es extraño. Día a día recibimos noticias acerca de cómo se deteriora la situación económica, pero la idea de que estamos viviendo una crisis no logra penetrar del todo. Para muchos esto sigue siendo una desaceleración. Todo esto mientras las cifras nos hablan de una crisis mayor. Ventas de automóviles cayendo a la mitad, liquidaciones nocturnas de departamentos, despidos masivos en la minería, grandes empresas con pérdidas, un desempleo que ya casi llega a los dos dígitos. La lista es larga, y toda ella nos habla de que lo que estamos viviendo es más que una simple desaceleración.

En esto, el discurso público ayuda poco. Hay quienes opinan que las autoridades deben mantenerse optimistas, no crear pánico, porque ello sólo conduce a agravar las cosas. El problema es que cuando la situación es grave, lo mejor que puede hacer un gobierno es hacer un diagnóstico realista. Olvidarse del cuento de que Chile está blindado y aceptar que la situación mundial, que todavía no toca fondo, nos está golpeando con una fuerza inusitada.

Por ello, es interesante pensar en el jueves 29 de enero como el comienzo de la crisis. La paralización del megaproyecto Costanera Center puede ser de gran ayuda para Chile. Primero porque no estamos hablando de una quiebra. Estamos frente a una empresa que reconoce a tiempo los problemas que está enfrentando. En este sentido, Cencosud sale fortalecido con su decisión.
Reconocer la crisis es importante, ya que partir de un diagnóstico adecuado puede atenuar las consecuencias de ella. Por el contrario, no reconocerla lleva a decisiones equivocadas, lo que se traduce en aumentar el daño potencial sobre la economía, como de hecho sucedió durante el gobierno de Frei en la Crisis Asiática.

Chile no está preparado para evitar la crisis, pero tiene una posición que le permite, si se hacen bien las cosas, impedir que ella se convierta en algo peor. Tenemos un Estado capitalizado, pero el uso de los recursos debe ser el adecuado. Primero porque dada la dimensión de la crisis, los excedentes acumulados del cobre no son suficientes. Veremos en el transcurso de los meses cómo los planes de reactivación del gobierno serán insuficientes y entonces hay que usar las platas pensando en una crisis mayor, haciendo opciones adecuadas, y considerando medidas mucho más audaces que las hasta ahora planteadas.

Un segundo activo de Chile es tener un sistema financiero sano. Pero, ojo, sano no es sinónimo de blindado. Por ello hay que cuidarlo. Y para eso no hay que presionarlo a otorgar más crédito, como quiere el ministro Velasco, sino, por el contrario, pedirle que sea más cauto que nunca. Porque peor que no tener proyectos, es financiar proyectos malos.

Hay que dejar también que las empresas ajusten sus dotaciones de trabajadores. Es un proceso doloroso pero fundamental, porque si no nos quedaremos sin empresas. En éste, sería interesante que el gobierno promueva una mayor flexibilidad laboral, aunque sea transitoria, para que trabajadores y empresarios logren acuerdos mutuos para ambos.

Todo esto nos habla de la necesidad de aceptar la crisis, porque es la única manera de aminorar sus efectos. Y en esto debemos agradecerle a Horst Paulmann. Porque cada vez que veamos su abandonado proyecto, recordaremos que estamos en crisis. Y actuaremos en consecuencia.

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