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En estado de alerta se encuentra el sector pesquero producto de la ausencia del jurel en la zona sur del país. La especie pelágica, que representa cerca del 80% de las capturas industriales de la región del Bío Bío, desapareció completamente de la costa. El fenómeno de La Niña es el principal responsable de esta situación, debido al cambio de temperatura que ha generado en las aguas, lo que ha ahuyentado al jurel.
Distintos actores reconocen que el panorama es preocupante, aunque, por ahora, todos se cuidan de hablar de crisis. Mientras algunas compañías han trasladado sus flotas a nuevas áreas, especialmente hacia las III y IV regiones, otros se han resignado a ver sus instalaciones vacías a la espera que la naturaleza les devuelva la materia prima.
Sin embargo, las firmas que han incursionado lejos del Bío Bío no han conseguido suplir la cantidad de pescados que normalmente ya han obtenido en los dos primeros meses del año. Es el caso de Pesquera Itata, controlada por la familia Sarquis, cuya flota ha llegado a nuevas regiones, aunque sus capturas aún se mantienen un 50% por debajo de las obtenidas en igual período de 2007.
Gerardo Balbontín, gerente general de Itata, explica que "esto cada vez se hace más preocupante y la industria en general está alarmada". Con el precio del petróleo en alza, tampoco las pesqueras están en condiciones de arriesgarse sacando sus buques sin tener la certeza que retornen con pescados.
"Es parte del costo operacional y no lo medimos viaje a viaje, aunque claramente, como está el asunto, estamos sacando menos naves", precisa Balbontín al Diario Financiero.
Sobre la discusión técnica en cuanto a si este retraso de temporada puede poner en juego que las empresas obtengan sus respectivas cuotas anuales de pesca, Balbontín asegura que "de todas maneras tenemos hasta el 31 de diciembre para cumplir la cuota y pensamos que la cumpliremos".
Gustavo Izquierdo, gerente de operaciones de FoodCorp, controlada por el grupo noruego Austevoll Seafood, plantea que, después de cinco años de grandes utilidades, una etapa de escasez de esta magnitud obliga a revisar los costos.
"En casos como éste, sólo tenemos gastos, porque se mantiene a la gente. Ahí naturalmente empieza el susto. Lógicamente los costos se revisan con este remezón", admite.
Otro ejecutivo del sector, cuya empresa no ha capturado nada, sostiene que, al 10 de enero, deberían haber producido aproximadamente 150.000 cajas de conservas y 3.000 t de jurel entero congelado.
Frente a este apremio, absolutamente generalizado, algunos han fijado el 15 de marzo como "plazo fatal" para definir la gravedad del problema.
Una realidad radicalmente distinta se vive en el Norte Grande. Para Francisco Mujica, gerente general de Corpesca, firma ligada al grupo Angelini que opera en las I y II regiones, "es muy preocupante la situación del jurel en el sur por su impacto en el mercado del consumo humano. Respecto del norte, hasta el momento es un año normal, con capturas similares al año anterior a la misma fecha (...) el jurel del norte, se presenta en buena cantidad, pero desgraciadamente no se puede apurar su captura por la limitada cuota entregada por la autoridad".
