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Es difícil entender qué permite a sólo seis AFP administrar a su regalado gusto cien mil millones de dólares (2/3 del PIB chileno) cuyos propietarios son más de siete millones de trabajadores obligados a depositar sus fondos de pensión en ellas, sin el menor derecho a ser representados democráticamente en el directorio de estas instituciones financieras. Los dueños de tanto dinero están a merced de las decisiones acertadas o erróneas de los dueños de las AFP. Esto, a pesar del alarde que se hace en Chile de la democracia que tenemos. Sin embargo, la administración de los fondos de pensión es materia exclusiva de los dueños de las administradoras de pensiones.
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Hasta 1974 existía en Chile lo que se denomina un Sistema de Reparto, que se basaba en un principio de solidaridad. A partir de ese año, se instala el Sistema de Capitalización Individual, basado fundamentalmente en el esfuerzo personal -donde los patrones no aportan- y en el que cada uno se rasca con sus propias uñas. Pero los resultados de tan maravillosa máquina de hacer dinero no han materializado ni de cerca las promesas sobre las cuales se cimentó el nuevo sistema. Casi el 50% de los trabajadores no alcanzará a autofinanciar su pensión, equivalente al mínimo garantizado. Y, en muy corto plazo, el Estado deberá subsidiar más de la mitad de las pensiones.
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No obstante, las cosas pueden aún ser peores ya que la crisis financiera que ha experimentado la economía mundial en el último tiempo, ha hecho perder mucho dinero a las AFP. Según Cenda, hacia fines de agosto las pérdidas acumuladas por los fondos de pensiones llegaban a más de siete mil millones de dólares, lo que equivale a más del doble del total de pagos previsionales realizados por los trabajadores en el 2006.
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El sistema como instrumento para generar pensiones de jubilación dignas es un rotundo fracaso, pero como negocio o máquina de hacer dinero ha resultado un éxito rotundo, con una rentabilidad promedio histórica y sistemática del 30%, es decir, uno de cada tres pesos depositado por los trabajadores en las AFP es acumulado como utilidad del negocio.
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Es tiempo de terminar con este sistema, reinstalar la lógica de la solidaridad y democratizar el uso y administración de los fondos de pensiones cuyos propietarios son nada menos que los trabajadores.
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Hoy se discute en el parlamento una reforma al sistema de pensiones, pero no es otra cosa que un nuevo maquillaje para lograr estirar mas el sistema y asi que las AFP sigan lucrando con las platas de todos los trabajadores, ya que la reforma que se discute es perverso tomando en consideración que habran despues de estas reformas mujeres trabajadoras de primera Clase y de sugunda donde estas ultimas son el 60% de las trabajadoras que no alcanzaran a tener los fondos necesarios para juvilar y tendran que acudir al fondo solidario, fondo que para poder utilizarlo es necesario tener 65 años de edad, por ende estas mujeres para poder pensionarse lo haran a los 65 y no a los 60, en otras palabras es una forma encubierta de subir la edad de juvilacion de la mujer.
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Cualquier maquillaje nunca sera sufisiente con esta legislacion laboral flexible, que muchos sectores de la politica nacional convenientemente respaldan quien creen que con un sueldo minimo de $ 144.000 se llegara a la edad de pensionarse con fondos suficientes.
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La solucion no es otra que el estado se deje de subsidiar al sector empresarial y que el salario minimo sea el que este por sobre la linea de la pobresa y permita tener fondos suficientes para pensionarse sin necesidad de acudir al estado.
