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Chile: LA CODICIA DE LOS MONITOS Y COMO PERDER PAN Y PEDAZO EN LAS AFP

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Hace muchos años los padres prevenían a sus hijos contra el pecado de la codicia con un cuento de monitos. Les contaban que en un pueblo de la selva descubrieron que es fácil cazar estos animalitos con una sencilla trampa: Una caja llena de nueces con un agujero pequeño por el cual pueden introducir su manito con los dedos estirados, pero no pueden sacarla con nueces empuñadas.
Tan grande es su codicia - concluía el cuento - que no sueltan las nueces cuando el cazador llega a capturarlos. A las AFP y a los grupos económicos que están detrás de ellas les va a pasar lo mismo que a estos monos golosos.
Hace un cuarto de siglo le echaron mano a las cotizaciones previsionales de los trabajadores. Desde entonces, mes tras mes se han embolsado un 13% de los salarios, cotizaciones que entre 1981 y 2006 suman 27,9 billones de pesos de este último año. En el mismo período, las AFP y compañías de seguros relacionadas con la previsión se han embolsado directamente 9,3 billones de pesos netos. Es decir, se quedaron con uno de cada tres pesos
Los otros dos pesos con todos sus gananciales se los prestaron a un puñado de grandes grupos financieros en el país y en el extranjero, entre ellos los dueños de las AFP. Hoy han perdido prácticamente un tercio del total y la mitad del fondo A.
Cuando la Presidenta Bachelet estableció una comisión para proponer una reforma al sistema, maniobraron para garantizar de antemano que no se le iba a tocar un pelo. De este modo aquella se remitió exclusivamente al establecimiento de una pensión estatal para los que quedaban sin pensión ninguna - que eran nada menos que dos tercios de los afiliados. Es decir, se aseguraron que el Estado se hiciera cargo de los despojos, por así decirlo.
En ese momento, CENDA presentó una propuesta de reforma que iba más allá de la sola pensión básica y restablecía gradualmente un sistema reparto en base a aportes patronales de modo de suplementar las pensiones AFP y garantizar pensiones definidas y de por vida a todos los afiliados.
La propuesta de CENDA establecía tres pilares: una pensión pública básica similar a la que se aprobó en definitiva, una segunda pensión de capitalización individual y una tercera de reparto, hasta completar entre las tres a lo menos el equivalente a lo que el INP ofrece actualmente a sus afiliados.
Adicionalmente se proponía reformar la administración del sistema, afiliando a todos al sistema público el que puede cobrar, administrar las cuentas individuales y pagar las pensiones - ya lo hace y a mucho menor costo que las AFP.
Para gestionar la inversión de los fondos de capitalización individual se proponía un sistema similar al sueco, que es gestionado por el Estado y donde más de 600 administradoras, entre ellas una estatal, compiten por invertir los fondos a cambio de una comisión muy baja.
En ese momento, se demostró que era posible mantener financiar el tercer pilar con los ahorros en administración y una cotización patronal que subía moderadamente (ver propuesta en www.cendachile.cl).
En otras palabras, la propuesta garantizaba a todos una pensión definida y de por vida - incluyendo a las mujeres desde los 60 años - y al mismo tiempo seguía destinando el 10% de los salarios a capitalización individual, es decir, a inversiones en los mercados financieros.
Eso ya no es posible, puesto que la crisis ha esfumado buena parte de los fondos de pensiones.
Hoy por hoy, la mejor propuesta parece ser la que ha implementado la Presidenta Fernández en Argentina. La misma consiste en pasar todos los fondos y cotizaciones a control estatal, a cambio de garantizar una pensión vitalicia a todos los afiliados, calculada según la una fórmula similar a la que aplica el INP.
O, lo que es igual, volver a todo el mundo, con sus fondos incluidos, al INP. Es decir, sencillamente terminar con las AFP.
Desde luego, cualquiera que contrata hoy pensiones vitalicias en el sistema de AFP debe traspasar la propiedad de todo su fondo de pensiones a la aseguradora privada. Ello equivale exactamente a lo mismo que ha hecho la presidenta Argentina.
Con varias ventajas considerables:
a) Las pensiones estatales son definidas, todos saben de antemano que proporción de sus salarios en actividad van a recibir. En el caso de las pensiones vitalicias actuales nunca se sabe hasta que se contrata, puesto que depende de las tasas de interés, de la esperanza de vida y otra serie de parámetros en formulas que no entiende ni Cristo.
b) El sistema estatal aplica la misma fórmula sencilla a hombres de 65 y mujeres de 60 por igual: tanto sueldo, tantos años cotizados, tanta pensión vitalicia. En las pensiones AFP, en cambio, las mujeres siempre resultan con pensiones a lo menos un tercio inferiores a las de los varones, a igual fondo acumulado.
c) Los montos de las pensiones públicas resultan muchísimo más elevados, especialmente en el caso de las mujeres. En las AFP, una mujer que cotizó por el tope y sin fallar un solo mes obtenía una pensión AFP de $423.000 mensuales, la mitad de lo que hubiese obtenido del INP. ¡Y eso ocurría antes que la crisis esfumara un tercio del fondo total y la mitad de los del A!
d) El Estado nunca quiebra. Las empresas si, especialmente las aseguradoras privadas que ahora técnicamente han quebrado todas con la crisis.
Es decir, igual que los monitos con sus nueces, las codiciosas AFP no aflojaron las cotizaciones previsionales hasta que llegó la crisis que les hará perder pan y pedazo.
Manuel Riesco es economista. Director del CENDA y Miembro del Consejo Editorial de Crónica Digital.Santiago de Chile, 5 de noviembre 2008

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