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Rodrigo Sarquis: "Tenemos que poner en marcha a las empresas pesqueras a la brevedad"

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A Rodrigo Sarquis, presidente del gremio pesquero Asipes, y vicepresidente de Pesquera Itata, el terremoto lo encontró en su casa del lago Ranco. Pocas horas después viajaba a Concepción, donde opera la mitad de la industria pesquera nacional, una de las más afectadas. Fue testigo de una media docena de saqueos y vivió en carne propia el clima de inseguridad: en el hotel donde se hospedaba, el Holiday Inn, había turnos de ocho personas, cada cuatro horas, para defenderse del pillaje.
Dice -en entrevista con La Tercera- que el vandalismo fue casi tan dañino como el movimiento telúrico y el tsunami. "Yo creo que producto de lo que se vivió en la región salió lo peor de nosotros", reflexiona.
En sus recorridos, ¿cómo encontró la industria pesquera?
La capacidad productiva está bastante disminuida por tres eventos: el terremoto, la subida de mar y los saqueos en ocho de las 12 empresas de la zona. Los saqueos afectaron a SPK, Camanchaca, Food Corp, Lota, San José, El Golfo, Bío Bío y Landes.
¿A qué los atribuye?
La autoridad se demoró en declarar el estado de sitio y en traspasar el mando a los militares. Hasta hoy (viernes), incluso, había saqueos en distintas partes de la región y en algunas compañías. Eso ahondó y profundizó los daños.
¿Qué tan cuantiosos son?
Hay 12 plantas en el sur con daños severos, que demorarán entre cuatro meses y dos años -como Alimar, que hay que hacerla de nuevo- en volver a operar. Otras 18 podrán retomar sus operaciones en unos 30 días, si es que llegan los suministros básicos.
¿Cuánto se retrasará la temporada pesquera?
Por lo menos un mes. Es posible que la industria, que puede partir en el corto plazo, lo haga en la segunda quincena de marzo y los primeros días de abril.
¿Cómo afecta el clima de inseguridad a la industria?
Ha demorado la reconstrucción. El personal no va a trabajar porque teme dejar abandonadas sus viviendas por temor al saqueo. Eso ha retrasado todo, desde la cuantificación de los daños hasta la posibilidad de empezar a reconstruir. Mientras más cosas encontramos que faltan, más va a costar restituir la normal capacidad de proceso de nuestras plantas y, por lo tanto, si el daño es muy grande, puede haber un efecto en el empleo que no queremos nosotros, las autoridades ni el país.
Tenemos que poner en marcha a la región y a las empresas a la brevedad.
¿Qué daño calcula que habrá en términos de exportaciones y en la producción nacional?
Si logramos que parte importante de las plantas dañadas parta en los próximos 90 días, es posible que podamos recuperar el atraso en el inicio de la temporada hacia fines de año. Nos quedan nueve meses por delante. Por eso, no creo que sea oportuno de hablar de menores producciones. Tenemos tiempo para recuperar si la naturaleza nos acompaña y hay pesca.
¿Y el daño patrimonial?
No está avaluado. Las empresas han buscado preocuparse de su gente. De las 600 a 1.500 personas que trabajan en cada compañía, apenas están llegando más de 20 ó 30 a sus lugares de trabajo. Los esfuerzos, por lo tanto, son tener información de nuestra gente y resguardar las instalaciones.
¿Ha hablado con autoridades?
Como presidente de Asipes he tenido contactos con el subsecretario actual y con el entrante. Ambos están informados de la realidad del sector y de la disminución en la capacidad productiva.
¿Cuándo se reunieron con el general Ramírez?
Primero nos juntamos con el intendente, que nos recibió el lunes o martes. Con el general nos reunimos el miércoles. Nuestras peticiones fueron muy bien acogidas y a contar de ayer ya vimos presencia militar en una serie de puntos que fueron solicitados, como San Vicente, isla Rocuant y Gran Bretaña. Le pedimos al general Ramírez salvoconductos para nuestros trabajadores.
Cada empresa tiene un número determinado de ellos para poder reanudar las tareas más urgentes.
Y los puertos, ¿cómo están?
San Vicente, a simple vista, podría funcionar a corto plazo, y Lirquén, en un par de días, podría iniciar sus operaciones. De Coronel no tengo informaciones y entendemos que en Talcahuano y el Molo Blanco hay daños.
¿Y la flota industrial?
En general, bien. La flota estaba al sur de Valdivia y gracias a eso había menos barcos en los puertos. Sí hay un daño en la flota pesquera artesanal, que usaba la poza de Talcahuano para resguardar parte de sus lanchas. Debe haber una treintena de embarcaciones con averías, unas con pérdida total, porque están hundidas, y otras a las que la subida de mar las puso en tierra.
¿Cuánto abastece la flota artesanal a la industrial?
Debe ser entre 800 mil a un millón de toneladas al año. El año pasado eso equivalía a entre un 40% y un 50% del total de la industria. Hoy nuestra preocupación es que el Molo Blanco, que es donde descarga la flota artesanal, fue totalmente destruido. La solución en el corto plazo no es fácil. Tenemos conciencia de que esta industria es un referente importante de trabajo en la Región del Biobío y queremos ayudar a que la región nazca con fuerza y brío y no ser partícipes de mayores problemas. Y lo segundo, el sector está relacionado a la acuicultura, que ha tenido algunos embates producto de la crisis sanitaria, por lo que es importante darles tranquilidad de que podrá alimentar sus peces con nuestros productos.

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