A continuación, reproducimos una columna de opinión publicada en el Líder de San Antonio, la cual fue elaborada por el periodista científico, Eduardo Reyes Frías.
"En corto tiempo la pesca de jurel ha caído en Chile desde 4 millones de toneladas en 1995 a menos de la cuarta parte en la actualidad. Gracias a su distribución oceánica, el recurso está lejos del peligro de extinción; pero el alejamiento de los cardúmenes encarece las operaciones marítimas y perjudica a las plantas terrestres que elaboran productos exportables.
La señal de alerta se originó en la década de 1980 cuando barcos fábrica de la Unión Soviética realizaban faenas en aguas internacionales del Pacífico Sur. Pero una vez que terminó aquella intervención foránea, la flota nacional intensificó la pesca de jurel en la zona costera y en alta mar, alcanzando el récord de 1995 que luego empezó a caer en picada, a pesar del poder tecnológico de las naves disponibles para operar más allá de la zona económica exclusiva.
En atención a los informes científicos y económicos, a partir de 1999 la autoridad del ramo estableció cuotas máximas de captura del jurel que facilitaron un ordenamiento de la actividad. No obstante, la medida resultó insuficiente para recuperar la abundancia de los peces, cuya existencia también depende de los cambios del ecosistema marino. Por ejemplo, el fenómeno El Niño.
Un problema en el manejo de las pesquerías es la dificultad para separar los factores oceanográficos respecto a los impactos de la explotación económica. A su vez, la restricción de las capturas involucra un conflicto entre los objetivos conservacionistas a largo plazo y los intereses inmediatos de la industria.
El Instituto de Fomento Pesquero, filial de Corfo, es una de las principales fuentes de investigación por intermedio del buque "Abate Molina", el cual realiza monitoreos periódicos de los parámetros biológicos y ambientales de las pesquerías en el extenso mar de Chile que se combinan con proyectos universitarios.
La situación actual se ha complicado debido al creciente ingreso de naves de países asiáticos y de la Unión Europea que capturan y procesan jurel en aguas internacionales del Pacífico Sur. No se trata de impedir la competencia, sino de acordar medidas generales de conservación de los recursos. Sin embargo, no fructificó últimamente en el foro de 24 países, reunidos en Nueva Zelanda, la propuesta científica para limitar la cantidad de barcos y sus faenas en el ámbito oceánico.
En consecuencia, es muy probable que disminuya la cuota de jurel que tendrá la flota chilena en el año 2010, con efectos similares en un sector que acredita US$ 500 millones en ventas y 12 mil trabajadores. En todo caso, la repercusión pública será menor por cuanto el 80% del desembarque se convierte en harina de pescado para consumo animal, como rubro de exportación. Una paradoja del desarrollo pesquero en el marco del mercado global".