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¿Se necesita una nueva reforma previsional?

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No parece adecuado someter al sistema de pensiones a nuevos cambios debido a la fuerte caída experimentada por los fondos, producto de la crisis financiera. La reforma del año pasado incorporó modificaciones significativas, muchas de las cuales ya están en marcha o en fase de implementación.


Por Axel Christensen


A raíz de la crisis que golpeó a los mercados financieros durante el 2008, se ha extendido el debate en torno al sistema de fondos de pensiones de capitalización individual, y en particular, al esquema de multifondos. Algunas voces han llamado a una nueva reforma al sistema de AFP, a menos de un año de que fueran promulgados significativos cambios que surgieran de las recomendaciones de la Comisión Presidencial de Reforma Previsional, de la que fui uno de sus miembros.


Con caídas en rentabilidad de hasta 40% en el caso de los Fondos A, ¿se hace necesaria una nueva reforma? En mi opinión, no por el momento y déjenme explicarles por qué.


Una reforma en marcha

La Reforma Previsional del 2008 incorporó cambios significativos al régimen de pensiones. Algunos de ellos ya están en marcha, como la Pensión Básica Solidaria (PBS), que entrega cobertura universal a los pensionados de menores ingresos que no son capaces de autofinanciarse su pensión a partir de sus contribuciones a lo largo de su vida laboral. Otras reformas recién se implementarán este año, destacando la licitación del grupo de personas que entra al mercado laboral a la AFP que ofrezca la menor comisión, con lo que se busca imprimir mayor competencia entre los distintos actores de una industria que se ha ido concentrando en los últimos años.

Es importante destacar que la Comisión reconoció que el sistema de cuentas de capitalización individual que administran las AFP es esencial para el buen funcionamiento de un régimen previsional. El ahorro por parte del trabajador para financiar su pensión no sólo es necesario -sería demasiado oneroso cargarle esta responsabilidad exclusivamente al Estado- sino que además ha tenido un positivo impacto sobre el crecimiento de nuestro país, aumentando la tasa de inversión y desarrollando los mercados financieros.

La rentabilidad obtenida de invertir este ahorro es un elemento clave en el auto-financiamiento de nuestras pensiones. La misma Reforma incorporó elementos que apuntaban a incrementar esta rentabilidad, incluyendo aumentar las alternativas de inversión disponibles al subir el límite de inversión extranjera hasta el 80% o crear un Consejo Técnico de Inversiones que deja en manos de reconocidos especialistas los cambios al régimen de inversiones, necesarios para obtener mayores rentabilidades, en un marco adecuado de seguridad. Como otras partes de la Reforma, estos cambios todavía están en marcha, por lo que es demasiado pronto concluir que han sido insuficientes y se requiere de reformas adicionales.


¿Y los multifondos?

Los multifondos fueron creados en una reforma que data del año 2001 y entraron en funcionamiento en septiembre del 2002. Han tenido tiempo suficiente, me dirán algunos, para ver si han andado bien o no. Si bien ha sido sólo algo más de seis años, ha sido un interesante momento para importantes lecciones, pero sigue siendo poco tiempo para sacar conclusiones bien fundadas.


El punto de partida de los multifondos gozó de la buena estrella que suele acompañar a las buenas políticas públicas. Coincidió casi con precisión milimétrica en el momento más bajo de los mercados, luego de la corrección que se inició tras la burbuja de las empresas puntocom de comienzos de los 2000. Las rentabilidades fueron espectacularmente altas, superando ampliamente los pronósticos hechos por autoridades y los mismos equipos de inversiones de las AFP: se proyectaba, por ejemplo, que la rentabilidad esperada de largo plazo para el Fondo A estaría entre UF + 6% a UF + 7%. Pero en octubre de 2007, el promedio de los Fondos A registraba una rentabilidad anualizada desde la creación de los multifondos de ¡UF + 18%! En ese momento había algunos que llamaban a aumentar los límites máximos en renta variable (80% para el Fondo A), porque "se estaba dejando plata sobre la mesa".


Apenas un poco más de un año después, en diciembre del 2008, la rentabilidad promedio anual desde septiembre del 2002 para el Fondo A retrocedía UF + 4,2%, después de registrar una caída de más de 40% real durante el año. Ahora las voces apuntan al sentido contrario: los multifondos tenían demasiada exposición a renta variable por lo que debían reducirse los límites máximos.


Es importante destacar que ambas rentabilidades (octubre del 2007 y diciembre 2008) son anormales, ya sea por arriba y por debajo de lo esperado en el largo plazo. También es poco usual ver tanta variabilidad en tan poco tiempo. Sin embargo, para la mayoría de los afiliados, lo ocurrido en los últimos seis años y fracción no es demasiado relevante, considerando que aún pueden quedar varias décadas antes de pensionarnos. Molestos quizás, pero no demasiado relevante.


Si no están rotos, no hace falta arreglarlos…

La excepción, sin duda, la constituyen las personas próximas a la edad de pensión (65 años para los hombres, 60 años en el caso de las mujeres) o que pensaban pensionarse anticipadamente. Sin embargo, a menos de señalar expresamente una opción diferente, los hombres a partir de los 56 años y las mujeres a partir de los 51 años, automáticamente quedaban asignados al Fondo D, que no podía tener más del 20% en acciones. Si bien en octubre del 2007 el Fondo D rentaba menos de la mitad del fondo A (UF + 6,9% anualizado desde septiembre del 2002), durante 2008 sólo cayó algo menos del 10%, acumulando una rentabilidad acumulada de UF + 3,4%. El Fondo E, el más conservador, con sólo hasta 5% en acciones, apenas tuvo pérdidas el 2008 (UF - 1%) y alcanzó la menor rentabilidad desde la creación de los multifondos: UF + 2,7%. Ahora, si libremente escogieron los fondos B o C, sigan leyendo...

No es mi intención confundirlos con tanto número, pero quiero centrar su atención en dos aspectos. Primero, la relación rentabilidad y riesgo entre los fondos ha sido casi de texto. Los fondos más riesgosos (A) han rentado más desde la creación de los multifondos que los más conservadores (D y E). La teoría señala que ello era esperable: la mayor rentabilidad proviene justamente de haber tomado el mayor riesgo de invertir una mayor proporción en acciones que en bonos o depósitos a plazo.

Segundo, la regulación fue capaz de prever este tipo de situaciones, incluso tan críticas como las vividas el 2008. La asignación por defecto de las personas próximas a pensionarse y de las personas pensionadas al Fondo D si bien no estuvo exenta de estar afectadas por la caída en los mercados financieros, mostró pérdidas que razonablemente son posibles de revertir, ya sea difiriendo la pensión algunos años (si ello es posible) o escoger una modalidad -retiro programado- que permita recuperarse una vez que los mercados vuelvan a la normalidad.

El que nada sabe, nada debiera de temer

Si hay alguna lección que podemos sacar de esta crisis financiera y su impacto sobre el sistema de pensiones, es la necesidad de contar y usar información adecuada para tomar nuestras decisiones. Siempre me ha llamado la atención que las personas dediquen tanto tiempo a decisiones como cuál auto cambiar por el actual o dónde pasar las vacaciones -comparando, cotizando, en fin, informándose- y tan poco sobre cuál fondo de pensiones o AFP escoger, tomando en cuenta que lo más probable es que signifique una porción mucho mayor de su patrimonio.

Escoger un multifondo sólo por la rentabilidad pasada de un par de años o por seguir el consejo "experto" de un amigo o pariente, como seguramente le ocurrió a alguien que pensaba pensionarse en menos de diez años pero escogió los fondos A o B, claramente llevó a decisiones que se lamentan y negativas consecuencias que pueden ser permanentes.

La clave ha sido la toma de decisiones de manera informada. O, en su defecto, una regulación que permita a las personas que temen equivocarse al decidir por ellos mismos, descansar en bien diseñadas opciones por defecto. Sin embargo, esto último no resta la creciente necesidad de informar más y mejor, a veces sobre conceptos como el riesgo financiero, que no son fáciles de entender ni comunicar. Pero no por difíciles no deben hacerse esfuerzos para ello. Recientemente la Superintendencia de Pensiones, heredera de la Súper de AFP, ha dado pasos en ese sentido, incluyendo el necesario bautizo de los fondos desde nombres inocuos (A a E) incorporando apellidos que describen la naturaleza de éstos (por ejemplo, el Fondo A ahora es el Fondo A - Más riesgoso). Pero queda bastante camino por recorrer, incluyendo campañas masivas e incorporar contenidos en la educación. Ah, educación… Ahí sí que necesitamos una reforma.

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