"Fetrapes" fiscalía nacional económica no resuelve colusión en licitaciones pesquera, efecto ley longueira

Demandan a pesquera por tripulante que murió tras perder un brazo en altamar

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Una demanda de indemnización de perjuicio por daño moral, que asciende a los 250 millones de pesos, por la muerte del tripulante pesquero Pedro Eduardo Parra Calbul, que el 13 de julio falleció tras cortarse el antebrazo izquierdo a la altura del codo, mientras realizaba faenas a bordo del barco “Toyita” de la Pesquera Bahía Coronel S.A, presentó la madre del trabajador y 6 hermanos de la víctima en contra de la empresa; a la que acusan de que el día del accidente no contaban con los servicios médicos necesarios, con los cuales los tripulantes a bordo habrían podido salvar la vida del trabajador.
El senador del MAS, Alejandro Navarro, quien ha asesorado jurídicamente a la familia y ha trabajador en conjunto con los sindicatos de tripulantes para mejorar sus condiciones laborales, comentó que “hay dos hechos que nos preocupan bastante, en donde queda reflejado las faltas que cometió la empresa. Una de ellas fue haber citado a Parra Cabul el miércoles 07 de julio a trabajar, a pesar de que este se encontraba en medio de su descanso legal, que se contemplaba desde el día 23 de Junio del 2010 al 10 de julio del presente. Y eso porque según la pesquera, no había otros trabajadores para desarrollar las funciones”.
Junto con lo anterior, Navarro enfatizó que “según aparece su certificado de defunción, la causa de su muerte fue una: “amputación traumática del antebrazo izquierdo complicada, accidente en barco durante faena pesquera en alta mar”. Es decir, se trató de un accidente netamente laboral, debido a las nulas condiciones sanitarias con las que contaba ese barco y la mayoría de los que trabajan el altamar”.
Por su parte, David Aedo Uribe, Presidente de los Tripulantes de la Pesquera Foodcorp, quien ha denunciado en conjunto con los demás sindicatos del área las malas condiciones laborales en las que trabajan a diario, lo que incluso los motivó a caminar hasta Santiago, junto a las directivas de los sindicatos de las empresas Itata y San Jose, para exigir la intervención de las autoridades nacionales, expresó que “los industriales pesqueros siempre han querido sorprender a la autoridad marítima y han logrado su objetivo en la totalidad de las veces. Le hacen creer que los zarpes cumplen la normativa vigente, lo que es absolutamente falso”.
Aedo, agregó que como familia pesquera están de luto y sienten impotencia y rabia porque cuando denunciaron las pésimas condiciones humanas con la que se desempeñan a diario no se les escuchó y hoy están lamentando una nueva muerte. “No podemos tolerar que se sigan muriendo nuestros compañeros de trabajo para que las autoridades tomen cartas en el asunto. Nosotros laboramos sin resguardo; no existe fiscalización en los barcos, no verifican los implementos a bordo. Nosotros navegamos más de 16 días sin descanso; tenemos jornadas de trabajo que superan las 48 horas y como hecho insólito, tenemos contratos nacionales que nos obligan a trabajar en aguas internacionales”.
Los hechos
Navarro comentó que el pasado 13 de Julio, poco antes de las trece horas, a unas 600 millas de la costa Chilena, Pedro Parra Calbul “desarrollaba trabajo en la cubierta del barco. Haciendo sus labores diarias perdió su brazo izquierdo, quedando con los huesos totalmente expuestos y astillados, comenzando a desangrarse de inmediato”.
“Sus compañeros trataron de socorrerlo, pero en la embarcación no había paramédicos, o médicos que lo atendieran y tampoco existían los elementos necesarios para hacerlo, ya que en el botiquín de primeros auxilios solo había paracetamol y medicamentos para las quemaduras. Lo que deja en manifiesto la precariedad de las condiciones laborales con la que los tripulantes trabajan a diario, lo que ellos han denunciado en reiteradas ocasiones; reivindicaciones que hemos apoyado decididamente ante el Ministerio del Trabajo y las comisiones de la Cámara de Diputados y del Senado, así como también ante la Gobernación Marítima y las inspecciones del trabajo respectiva”.
“En medio de la terrible situación-continuó el parlamentario- y la desesperación de sus compañeros de trabajo-pues sólo pudieron envolverle el brazo con géneros, al no tener implementos para darle una mejor atención -, lograron comunicarse con otras embarcaciones cercanas que traían médicos a bordo. Acercándoseles, luego de una hora de producido el accidente, un buque de bandera extranjera. De ese buque se bajaron unos médicos y brindaron las atenciones pertinentes. Sin embargó, y atendida la gravedad de la lesión no pudo contenerse la hemorragia y a pesar de los enormes esfuerzos efectuados, falleció cerca de las siete de la tarde”.
PRENSA OFICINA PARLAMENTARIA
Los Tripulantes de barcos de industrias pesqueras mantienen las demandas que denunciaron a las autoridades cuando decidieron caminar hacia Santiago:
1- La extensión de los zarpes, que llegan en ocasiones a 16 días de navegación
2- Largas jornadas laborales a bordo: las que llegan a ser 48 horas seguidas trabajando
3- Somos los tripulantes más mal pagados de todo el mundo
4- Ahora el capitán se ve obligado a hacer lances (tirar red al agua) con temporales declarados, que en muchas veces superan los 50 nudos de viento.
5- En estas condiciones de trabajo, nuestra integridad física queda expuesta a sufrir graves accidentes con consecuencias fatales.
6- Luchamos con la flota de buques extranjera que nos superan en capacidad, infraestructura y seguridad. (Los buques factoría superan los 40).
7- La empresa en tiempos de crisis acudió a los tripulantes para bajar las primas de pesca y así tenerlas congeladas (En el año 1995, el precio de la tonelada era de 175 pesos. Hoy en el 2009, nuestra tonelada es de 225 pesos; por lo tanto en 14 años ha subido 50 pesos).
8- Existen nulas posibilidades de superación para nosotros, no teniendo acceso a cursos, ya sea de motorista o patrón, y los compañeros que lo han hecho, lo han tenido que hacer por sus propios medios.
9- Luchamos contra la inclemencias de la naturaleza y vivimos con el peligro latente de sufrir un accidente y quedar a la deriva en altamar sin auxilio médico respectivo, ya que nuestra tripulación carece de profesionales que puedan socorrernos a tiempo.
10- Tenemos un altísimo costo familiar, el cual lo pagan nuestras familia al estar nosotros lejos de nuestros hogares por largas jornadas. Nuestros hijos crecen, sin una imagen paterna, y nuestras esposas tiene que asumir el rol de padre y madre, y lo que es peor, con la incertidumbre si el padre o esposo volverá con vida.

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