"Fetrapes" fiscalía nacional económica no resuelve colusión en licitaciones pesquera, efecto ley longueira

Acerca del Salario Etico

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20 de agosto de 2007.

Marcel Claude ( Economista)


La discusión sobre la dignidad del salario explotó en Chile como una evidencia de la que todos sabían pero que también todos evitaban. Unos –los dueños de Chile- para seguir recogiendo los frutos de esa supuesta ignorancia, otros –el Gobierno y la Concertación- para seguir haciendo nada, y el resto –la gran mayoría de perjudicados- para no seguir mordiendo rabia.



Algunos piensan que es técnicamente impensable que las pequeñas empresas puedan pagar salarios decentes a sus trabajadores, pero se les olvida o quieren deliberadamente soslayar, que muchas pequeñas empresas no pueden pagar esos salarios porque es tan desigual la distribución de la riqueza en Chile que esas pequeñas empresas no tienen a quien vender sus productos. El mercado para las llamadas Pymes son los chilenos, puesto que es a ellos a quienes les venden lo que producen o fabrican y por la enorme desigualdad que hay en este país, no constituyen realmente un mercado dinámico para el crecimiento de las empresas pequeñas.



Por otra parte, no debemos olvidar que esta gigantesca desigualdad es el resultado de políticas económicas orientadas a concentrar la propiedad y desarrollar exclusivamente las exportaciones de un 1% de grandes empresas que, además, apenas dan empleo y, en consecuencia, no contribuyen a crear mercados para las pequeñas empresas.



La incapacidad de las pequeñas empresas de pagar salarios éticos o dignos dice también relación con la debilidad de los trabajadores para alcanzar mejores resultados en las negociaciones colectivas. Si en Chile hubiese leyes laborales que facilitaran dichas negociaciones de tal manera que los trabajadores tuvieran mayor fuerza para negociar, entonces, la repartición de la torta sería más justa y las Pymes podrían vender más y pagar mejores salarios. Si en Chile los trabajadores pudieran ser parlamentarios y si fuese posible que estos realmente representaran a los ciudadanos, entonces tendríamos leyes que impusieran impuestos más justos a personas y empresas, eso reduciría la desigualdad y las empresas pequeñas tendrían a quien vender sus productos.



La discusión acerca de la ética de la remuneración puede no ser técnica e incluso puede ser inapropiada desde la perspectiva de la ley de la oferta y la demanda, pero es del todo pertinente cuando se trata del fin último de la economía y de toda ciencia: El bienestar material e intangible de la sociedad y sus miembros.


Héctor Valencia B. Past President Cámara Regional del Comercio y la Producción


El llamado de Monseñor Alejandro Goic, a que las empresas que puedan hacerlo, paguen un salario mínimo ético de $250.000 mensuales, ha generado un intenso debate público. Como suele ocurrir, pienso que la polémica ha reemplazado al análisis racional de la propuesta presentada, oscureciendo el tema de fondo y, lo que es peor, dificultando la búsqueda de una solución efectiva al problema a que apunta la sugerencia.
Es un error centrarse en la idea específica del salario mínimo ético. En la misma y en otras entrevistas, Monseñor Goic ha señalado que su preocupación apunta a corregir las desigualdades que existen en nuestro país, que es una cuestión que no puedo sino compartir.
El carácter ético del salario mínimo sugerido obedece al hecho de que esa es la dimensión en que se mueven los principios de la doctrina social de la iglesia. Los pastores no se pronuncian en términos de fórmulas técnicas. Formulan propuestas con sentido ético.
Es por ello que el salario mínimo ético debe ser diferenciado del sueldo mínimo, como lo ha señalado el propio Monseñor Goic. El no está proponiendo un monto que deba ser establecido por ley. Está haciendo un llamado a los creyentes en Cristo, especialmente a los católicos, y a las personas de buena voluntad, para que trabajen de modo efectivo por una sociedad más justa. Como todo imperativo ético, no se impone por una fuerza externa, sino en virtud de la conciencia de cada persona.
Como varios analistas han señalado, es efectivo que la mayoría de las pequeñas y medianas empresas probablemente no estarán en condiciones de pagar un salario de un monto como el sugerido por Monseñor Goic. Obviamente si, realmente, en conciencia, no pueden hacerlo, no están éticamente obligados. Lo importante entonces es que el país genere las condiciones para que todas las empresas, incluidas las micro, pequeñas y medianas, estén en condiciones de pagar a sus trabajadores una remuneración que les permita vivir con dignidad; desarrollarse como personas, y hacer del trabajo una actividad de dignificación humana.
Los dirigentes políticos y empresariales no podemos limitarnos a señalar la imposibilidad de cumplir con un imperativo ético. Lo que importa es que con urgencia se arbitren las medidas necesarias para que las Pymes puedan mejorar sus niveles de productividad y competitividad. Una medida fundamental es que exista un estatuto diferenciado para este tipo de empresas. Más que polemizar sobre una propuesta específica, sería conveniente que todos nos pusiéramos a la tarea de diseñar medidas efectivas para superar las desigualdades y construir un país más integrado, que es base esencial de un desarrollo económico sostenido y sustentable.

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